5.10.06

CRETINOS SOMOS TODOS por Sergi Puertas

En esto de los premios, ya se sabe, que ganen los mejores es siempre la excepción a la regla. Los factores que llevan a los votantes a escribir este o aquel nombre en la línea de puntos son múltiples y diversos, y buena parte de ellos tienen más que ver con simpatías, antipatías y otras cosas que me callo, que con méritos artísticos objetivos o gustos subjetivos genuinos.
Luego está el que no anda demasiado al loro de lo que se cuece y que, para asegurarse de no errar el tiro, vota a los consagrados, o espera a la segunda ronda para poder limitarse a poner una cruz. La industria actúa y señala a los afortunados. Los editores dan palmas. El yanqui o el franchute de turno se encarama al púlpito, se agarra a la estatuilla y nos regala unas palabras amables. O, si ha rechazado la invitación porque tiene mejores cosas que hacer que compartir su tiempo con los freakies ibéricos, despierta en su casa de Manhattan, se desayuna unos huevos con beicon, y se acerca a la estafeta de correos para descubrir que, desde el país de los toros, alguien le ha mandado un pisapapeles dorado y hortera como una mala cosa. Su esposa se sonreirá y lo depositará junto al jarrón de la suegra, a hacer compañía al resto de galardones de países tercermundistas.
Como es lógico, para el desdichado dibujante españolito y para el sufrido fanzineroso, que se maman el día a día de nuestro desolador panorama tebeístico, un premio es una cosa bien distinta. En primer lugar porque, aunque esté feo decirlo, el galardón viene con dotación económica y el incentivo nunca viene mal. Eh, que la pasta es la pasta. Y venga, no nos hagamos los modositos, que siempre hace gracia que se acuerden de uno. Y no me jodas que a los nominados nos invitan, ¿el hotel pagado y todo?, ¿en serio? Coño, que esto hay que celebrarlo, todos al bar a la voz de ya y nos pedimos unas birras y unas olivas, la casa por la ventana. Oye, ¿sabéis que me acaban de dar un premio en el Salón de Barcelona? Que sí, que ahora tengo el respeto de los profesionales de la industria, de los que viven de esto, vamos. ¿Mola o qué? ¿Otra ronda? ¿Y qué hora dices que es ya? Oye, que os dejo esto pagado y me voy cagando hostias, que el jefe me da días libres para ir al Saló con la condición de que recupere las horas por las tardes, me espera una semana de curro en la panificadora que no te quiero ni contar, y aún tenemos que acabar de maquetar el nuevo número…

Vale, vale, ya me callo. El valor que quiera darle cada uno al premio es cosa personal, ahí no me quiero meter.

Donde quería meterme antes de que se me despistaran las meninges es en que eso de los mejores siempre me ha dado un poco de asquito. El autor y su mundo. Que dicen que este tebeo está publicado en media docena de países y tal. Que es cómic para los que no leen cómics, ese contrasentido que nunca he acabado de entender. Pues hala, tapa dura y solapas, y la editorial que se decide por una tirada de cinco mil ejemplares, a ver si organizando una presentación nos lo reseñan en el dominical, y se vende como churros, y despegamos de una santa vez de la crisis esa de la que todos hablan.
El mundillo que se crea alrededor de los lanzamientos también es de lo más salao. En Internet, el personal jugando a ver quién es más intelectual, quién sabe más del tema, quién califica la obra con el palabro más multisilábico. En los foros, las perpetuas discusiones sobre quién se quedará los derechos de esto o de aquello. En los diarios, periodistas que compaginan su página anual de reseñas atendiendo a la simpatía de las portadas para, acto seguido, limitarse a fusilar las notas de prensa que les envía la editorial.

Os lo juro, tíos, adoro los tebeos. Más que nunca, más que cuando era crío. Leerlos mola mucho. Pero todo lo demás… os juro que a veces dan ganas de echar a correr.

Y es que, además, luego te agarras el tan cacareado tebeo que se llevó el gato al agua, te pones a leer, y en la mayor parte de los casos te das cuenta de que no había para tanto. Y a dios gracias aún, porque en ocasiones son una soberana porquería. Mucha estética y poca chicha. O una cochambre de género más manida que manida a la que le han lavado la cara y le han encajado cuatro matices metafísicos para despistar. Anda, que si estos son los buenos, cómo serán los otros…

Pues mira tú, que a veces los otros son mejores.

Cuando te sientas particularmente abochornado de tanta vacuidad, con el estómago revuelto por la sobredosis de tontería, me sé de un remedio que obra milagros: te pillas un ejemplar de un fanzine punkie, te metes en el retrete, te sientas en la taza, y hala, a hojear. Que al fin y al cabo son historietas cortas, a la hoguera con la continuidad. Unas son mejores que otras, las hay que te gustan menos y más, pero eso sucede siempre que hay variedad. Y fíjate que va a ser mucho más divertido que el tostón de la tapa dura, dónde va usted a parar. ¿Y por qué? Pues porque para empezar, por un lado está la voluntad de lanzar un tebeo, no un producto, he ahí una primera baza a favor. Por otro, la de pasarlo bien haciéndolo y que el lector lo pase bien leyéndolo, que aquí no tenemos que demostrar nada. Allá va otra más: la mayoría de los fanzineros cuentan con la frescura que a los autores consagrados suele caérseles entre reimpresión y reimpresión en su fatigoso ascenso a la cima. ¿Y qué me dices de lo entrañable que resulta todo fanzine? Entornas los ojos y ves al fanzinero que hay detrás. Un pringaíllo como tú y como yo que se piensa sus coñas, publica sus cosas y ya está, se echa unas risas. De acuerdo que siempre habrá alguna historieta que sea una soberana mierda, pero también lo son muchos libros de tapa dura, con código de barras y precio de dos cifras. Al menos, en un fanzine no hay nadie detrás vendiéndote ninguna moto, las cartas están boca arriba, es lo que hay.

Por otra parte, ya centrándonos en la publicación que nos ocupa, buena parte de los autores de Cretino distan mucho de ser una mierda.

Desde aquel ya mítico número uno que incluía el adhesivo de la bandera española con plasta, ha llovido lo suyo. Temeístas de la talla de Orue, Álvarez Rabo y Mauro Entrialgo compartían cuaderno con textos sobre el LSD –un tema que reaparece en sucesivos artículos de la revista, vayan ustedes a saber por qué–, ilustraciones de María Colino y autores tan interesantes como Juanjo el Rápido o Max Cachimba, que cerraba su historieta con una frase capaz de bailarte en la cabeza durante un par de días: “Hola, querida, tengo algo importante que decirte. El universo es atroz.” Las entregas se han ido sucediendo, el plantel de autores ha rotado y se ha ampliado, y en el Cretino de hoy sigue teniendo más vigencia que nunca, en tanto ha sabido conservar como colaboradores a sus artistas estrella al tiempo que ha ido fichando a tipos de las nuevas generaciones tan absolutamente geniales como Lois o José Tomás.

Y como esto va de mejores y de premios, de ellos voy a hablar, mira tú.

El primero es un artista del desconcierto, un genio de la psicotronía cuyos cómics son el complemento ideal a tu cigarrillo vitaminado. Capaz de darle un vuelco a la realidad a base de repetir una docena de veces la misma viñeta fotocopiada con mínimas variaciones, con apenas un par de líneas de texto Lois es capaz de llegar donde la mayoría de los humoristas no llegan con interminables diálogos llenos de clichés. Imposible no partirse la caja con Infinito Ramos, el niño existente, que luciendo el número tres en la camiseta, aguarda eternamente a que alguien le pase la pelota en un campo de fútbol deshabitado. Lois es el autor chiflado que necesitábamos en estos tiempos chiflados que nos ha tocado vivir. La risotada que nos arranca retumba siempre inquietante porque nace del absurdo total.

José Tomás, por otra parte, probablemente sea el mejor dibujante surgido del underground desde la aparición del Elreydespaña. También en lo argumental puede llegar a resultar tan descacharrante como él, aunque sus gags enfilen caminos bien distintos. En esta era de egos y triunfalismos, no cabe duda de que a un tipo que se retrata gris como Harvey Pekar pero rabioso como Evan Dorkin hay que seguirlo de cerca y hacerle la ola.

Sin embargo, la cosa no acaba ahí. Me gusta la agilidad para el diálogo de Molina y las demenciales situaciones en que derivan sus historietas. Y el humor iconoclasta y salvaje de las tiras de Ata, otro autor de mis autores favoritos, bien conocido entre los seguidores del TMEO.
Pero no todo tiene por qué ser destroy en la viña del señor. Tomémonos el tiempo de pedernos en el surrealismo mordiente que respiran los cómics de Pelorroto.


Hay más autores que me gustan, naturalmente que hay muchos más. Y como uno ha sido también fanzinero y siente por los autores del ramo cierta debilidad, no creas que resulta sencillo sustraerse a la tentación de entrar a comentar el trabajo de cada uno de ellos, uno por uno, pero bastante rollo llevo ya pegado, quién me iba a aguantar. Más sencillo resulta que te agarres un número y te formes una opinión propia, por qué ibas a fiarte del menda, di qué sí, me parece fenomenal. Por menos de tres euros, entretenimiento asegurado y un sinfín de sabores que resultan en un aroma único: el que tiene el librillo que los aúna a todos. David C. y los suyos le han sabido dar a su revista un aire de conjunto personal e intransferible que no deja lugar a duda de que hay criterio editorial. Probablemente ni siquiera se hayan coscado del tema, probablemente cuando barajan su lote de CDRs con cómics, chistes y correspondencia, lo hacen perdidos en un caos de mil pares de cojones, con un pito aromático colgando del extremo de la sonrisa, y un único requerimiento que ejercerá de criba para diferenciar lo que se incluye de lo que se desecha: tiene que molar.


Mejor criterio, no hay. Todo lo demás es superfluo. Así es el buen underground.

Y anda que ser underground en España… Si esto no es amor al arte, que baje el papa y lo vea. Eso ya de por sí merece un respeto, chaval.

Conste que los autores de Cretino no son mejores que tú y que yo. Ellos también quieren publicar en todas las editoriales grandotas del planeta, conducir Ferraris y echarle la zarpa a la rubia en las tumbonas del chalé de Alicante. Pero como aún no están corrompidos por el negocio, lo llevan mejor que la mayoría, y puedes estar bien seguro de que no van a pegarte ningún tostón abstruso. Tampoco van a organizarte una saga épica en dieciséis volúmenes ambientada en la antigua Roma. En sus tebeos hay gente metiéndose rayas, tíos que no consiguen ordenar su vida ni su habitación y mucho hijo de puta, como en el bar de debajo de mi casa. Hay tinta china, imaginación, cojones, y hasta un suplemento mutante que igual puede ser una fotonovela demencial, que una guía de viajes o un tebeíllo infantil. Si es que da gloria verlo, coño. Cretino es una de esas publicaciones que son necesarias y que ojalá que no mueran jamás. Y me parece muy bien que vayan profesionalizándose número a número, pero ojalá que no cambien en lo esencial, ojalá que no les de un arrechucho de seriedad, porque entonces sí la habremos cagado pero bien.

Y hablando del tema, en el retrete andábamos con el fanzine punkie de marras, ¿recuerdas? Pues parece que no hay más que evacuar y a esto lo llaman contraportada, conque vamos cerrando nuestro ejemplar de Cretino, higienizando el forete y recogiendo el chiringuito que hay faena que despachar. Y en realidad te lo has pasado tan de puta madre con el tebeo, que en el mismísimo instante de tirar de la cadena, de pronto se desata un fogonazo de luz paranormal, se te aparece Will Eisner y te toca con un lápiz largo como una varita. Y te congracias con el mundo del tebeo, y te sientes flasheado por una iluminación súbita, como el chalado de La náusea cuando al final del libro pinchan el disco de jazz en el bar.
O a lo mejor sencillamente te vas a tomar por culo, porque el curro pendiente que se aglomera en tu cubeta amenaza con sepultarte y tienes que seguir pringando en otro texto, que es lo que viene a ocurrir en realidad

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Cretinos somos todos por ser gilipuertas!!! muy guapo el texto & las fotikis

3:10 p. m.  
Blogger Puño said...

sí, el chico se esforzó lo suyo.

a mí me gusta todo lo que nos glorifica :D

5:08 a. m.  

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